Más del 20 por ciento de los hogares españoles sufren malos olores
Vecindarios que apestan
Fecha: 25/11/2010 Añadir a favoritosCierran puertas y ventanas. No pasean por su barrio. A veces, tienen que aguantar las náuseas en sus propias casas. Los que viven cerca de un vertedero, una empresa de fertilizantes o una incineradora saben bien qué es la contaminación odorífera. Aunque apenas hay regulación en España, el 20 por ciento de los ciudadanos habita entre malos olores. Algunos vecinos empiezan a ganar la batalla a la pestilencia.
Cuatro empleados de Labaqua-Interlab, una de las pocas empresas acreditadas para analizar olores.
Si el día es caluroso y el viento sopla hacia el norte, el hedor puede meterse hasta por las rendijas de ventilación del baño. Por eso, los habitantes del Ensanche de Vallecas, un barrio del sur de Madrid con cinco años de vida, además de mantener siempre las ventanas cerradas, tienen una máxima: “Rezar para que el viento sople hacia Rivas”. El pueblo de al lado. Son las consecuencias de vivir a tres kilómetros de un enorme vertedero: el Parque Tecnológico Valdemingómez. El Defensor del Pueblo acaba de atender las quejas de los vecinos de ambas zonas residenciales. En su respuesta, afirma que “hay zonas, como los alrededores de determinadas instalaciones contaminantes, en las que los derechos a una vivienda digna o a un medio ambiente adecuado simplemente no pueden quedar garantizados”.
La institución reprende al Ayuntamiento de Madrid, de quien depende la planta de basuras, por haber permitido el desarrollo urbanístico del Ensanche de Vallecas, con 26.000 viviendas planificadas, en una localización tan cercana a una instalación contaminante ya existente. Y le sugiere que haga un estudio de olores en la zona, actividad que se dejó de hacer en 2008 por considerar, según comunicó la delegada de Medio Ambiente, Ana Botella, que los resultados de las mediciones ofrecían “muy pocas ocasiones en las que se percibe mal olor”. Los vecinos, sin embargo, han hecho un seguimiento de las quejas emitidas desde entonces y aseguran que solo ha habido tres semanas sin una sola reclamación.
El hedor emana de un centro de compostaje donde el fertilizante se elabora a cielo abierto. El consistorio planea taparlo, pero las mejoras no llegarán, al menos, hasta 2013. “Cada día aireamos menos las casas”, explica Luisa Ginestá, que lleva tres años conviviendo con tantos olores que hasta los ha clasificado. Distingue entre fecal-basura, aceite y quemado-ceniza. “Hay días en que no puedes ni dar un paseo”, apunta Javier Recio, responsable de medio ambiente de la asociación de vecinos.
Más información en la revista Interviú
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